Sin dudas que la literatura ha
dedicado bastante tinta a tratar el tema… Será por la universalidad del
sentimiento, será por su complejidad para ser resuelto, será por esa suerte de
“sensación de in manejabilidad” que provoca.
Lo cierto es que no por antiguo
es un tema menos actual.
Y resulta que a primera vista,
serían dos los actores que padecen los celos. Uno (o los dos, depende cada
pareja…pero en este caso hablaremos de una unidad celoso - celado) es quien lo
siente, y el otro quien recibe sus consecuencias (claro que para el celoso,
también esto tiene consecuencias! ). Los dos quedan atrapados en una suerte de
acción - reacción, que retroalimenta con cualquier excusa la circularidad de
las conductas.
“Yo hice esto porque vos aquello”…uno suele
escuchar por allí, donde “esto”, puede ser desde un acto de curiosidad y
control, como revisar el correo electrónico o mirar el celular o abrir un sobre
de correspondencia conteniendo un informe detallado de los gastos bancarios,
hasta un golpe…o cualquier otro acto intimidatorio, que persigue un intento de
control y de “corrección” del partenaire, en su -al menos supuesta- “sospechosa” conducta.
Y esta conducta, ese “porque vos
aquello”, puede ser desde mirar a otra persona, ser “demasiado reservado/a” con
cierta información, ocultar una clave de acceso a algo, etc. etc. etc.
El celoso, cierto es que siempre
encontrará una justificación para ese torbellino de emociones viscerales, donde
desfilan la ira, el enojo, la tristeza, la indignación, probablemente seguidas
de una acción coherente con ello. Otra particularidad del caso es que esas
sensaciones pueden (y gran parte de las veces es así) responder simplemente a
una suerte de “ilusiones” mentales, un creer ver lo que en concreto no existe…
De hecho si existiera, si el
celoso tuviera un conocimiento acabado de que el otro no es fiel (que es en
definitiva, el monstruo que se pretende atrapar) ya se enfrentaría a otro
problema: qué hacer con eso.
Esa ilusión, entonces realizada,
indicaría que el gran temor a perder al ser amado y al vínculo que con éste se
tiene, en manos de un rival, se ha concretado.
Ahora bien…esta suerte de
conductas muchas veces destinadas a la “prevención” de tal circunstancia, es decir,
conductas tendientes a evitar que el otro se relacione con alguien y ese
alguien lo desplace, son paradójicamente las que potencialmente pueden lograr
el mismo efecto: la pérdida.
Pensemos desde el otro lado…aquel
que es “husmeado” en su privacidad, que simbólicamente es colocado bajo la luz
de la investigación más minuciosa, que sistemáticamente es perseguido y
confrontado para que dé explicaciones de tal o cual circunstancia que lo
envuelve, no está siendo respetado. Más bien resulta expuesto a una suerte de
interrogatorio, a una especie de persecución variada en matices, que lejos está
de relacionarse con un vínculo de amor, ternura, confianza…
Entonces quien se quede en ese
lugar, en ese rol, y pueda permanecer allí…tiene que tener muy buenas razones
para hacerlo (razones que pueden pasar en más o en menos desapercibidas por la
conciencia). Se pueden encontrar allí viejos patrones de relación, patrones
aprendidos y repetidos con diferentes actores y escenarios.
Y es que celado y celoso, forman
una dupla muchas veces complementaria…pero ese será tema para otro día.
Por hoy me gustaría simplemente dejar
planteada la paradoja: por temor a perderte, es que te pierdo… Por temor a que
un día te alejes, es que termino causándote rechazo…
Porque no todo -por suerte- se
tolera, siempre…y todo -por suerte, otra vez- tiene sus límites. Los celos
también, y muchas veces si uno no hace prevalecer los límites propios frente a
la situación, es la realidad la que impone los suyos.
Cuidar al otro supone respetarlo,
cuidar el vínculo supone alimentarlo desde el respeto por la individualidad de
cada uno, con todo lo que ello implica (tolerar ciertos silencios, respetar el
mundo privado, que no todo siempre es “compartible” en una pareja, entre otras
cosas). Finalmente, amar al otro supone preservarlo, incluso de mi mismo y mis
celos.
Por eso es importante pedir ayuda
cuando algunos de estos pilares comienzan a resquebrajarse…
Les deseo muy buena vida! Hasta
la próxima!
Lic. Daniela Torres Ortiz
psicologo neuquen, psicologa neuquen
1 opiniones:
- At 24 de abril de 2015, 0:43 Anónimo said...
-
Un tema realmente eterno...tanto como el hombre?...como su irracionalidad?...es sin dudas una trampa de nuestro ego, verdad?...
me encantó el artículo tanto en su abordaje como en el enfoque.-
Felicitaciones licenciada Torres Ortiz! Siempre es grato y enriquecedor leer su blog.
Hasta todo momento!
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