Y llegan estas épocas, donde muchos corren atrás de “algo”, que no siempre se sabe bien qué es…pero que requiere urgencia.

Llega esta época, donde abundan los balances y la nostalgia, que ocupa un lugar especial en las evaluaciones.



Los que están, los que no están…

Lo que hice, aquello que no llegué a hacer…

A veces el fastidio de “tener que celebrar”, es otro condimento más que se suma o sumará a las mesas de diciembre…

Y lo cierto es que no siempre se tienen ánimos. Y lo cierto es que a veces pesa más el mandato de “cómo se debería transitar tal o cual circunstancia”, que la conexión con aquello que sentimos y que nos brinda una brújula sobre dónde estamos parados y hacia dónde queremos ir…

En ocasiones, el pretender resolver ansiosamente “antes del año próximo”, ciertos pendientes que por diversas razones venimos trasladando en la lista, mes a mes, también se vuelve urgencia…y pareciera que todo va a “estallar” hacia el 31 de diciembre…

Para estos momentos: CALMA.

Las cosas más importantes de la vida, no debieran resolverse priorizando sólo el reloj. En todo caso, pensar en las razones de la postergación, nos puede brindar más información sobre las reales variables que están en juego en cada decisión. Ese “cómo llegamos a donde llegamos”, nos puede abrir un abanico de ideas para reflexionar…

CALMA, no todo podés hacer hoy…

CALMA, hay ausencias que inevitablemente van a doler, y estas fechas remueven escenas transcurridas, donde aquello que hoy se extraña no existía.

CALMA, siempre algo va a faltar…las expectativas, aun si no se está atravesando un duelo, nunca serán exactamente a la medida de lo que vaya a suceder en la realidad…

CALMA, a veces el mejor regalo que podemos hacernos (y hacer a los demás), es la compasión, ser más conscientes de nuestras limitaciones, y plantearnos (sin EXIGIRNOS), objetivos más realistas y ajustados a nuestras posibilidades de alcanzarlos.

CALMA, que siempre, siempre, siempre, algo va a faltar para que “el cuadro esté completo”…y en todo caso, el problema sería pretender que en la vida existan “los cuadros completos”. Somos finitos, somos limitados, y hay que jugar este juego de vivir, con lo que somos, con lo que tenemos, y con lo que nos falta…y tratar de atravesarlo, lo mejor POSIBLE… (sin quedar atrapados en lo IM – POSIBLE y sus mandatos).

Feliz vida! Feliz construcción cotidiana de vos mismo y tus vínculos!

Que tengas un hermoso nuevo año!

Daniela


Como tantas madrugadas encerrados en un coche,
en una calle sin luz, una calle sin nombre,
los dos frente a frente se miran despacio,
tras dedicarse al amor y su trabajo (…)

Él piensa "ya nada es lo de antes,
la vida debe estar en otra parte" (…)

“…Él le regala unas manos llenas de mentiras,
ya no le parece tan bello el cuerpo que acaricia.
Ayer eclipse de sol eran sus pupilas,
hoy son lagunas negras donde el mal se hacina (…)

Ella ya no ama sus vicios, le busca en los ojos,
pasa un ángel volando y se encuentra con otro.
Ayer sus dos brazos eran fuertes ramas
donde guarecerse, hoy son cuerdas que atan (…)

Él decide por fin vomitar las ideas,
ella lo sabe y tranquilamente lo espera.
Sin calma planea su fuga este preso,
ella no lo mira, no aguanta su aliento.
Ya llegó el final, y van a encontrar
en su corazón arena de desierto.

Perdida la calma, se pone muy serio,
cunde el pánico y le invade un horrible miedo.
Su boca cobarde pronuncia: "Te quiero.
No te vayas nunca, no te vayas lejos".
Y ella echa a temblar, ella echa a temblar,
ella echa a temblar: "Yo también te quiero".

Ismael Serrano

Desde el día que escuché por primera vez esta canción, quedé maravillada con la precisión de esas palabras, con el contenido de cada una de sus estrofas que aquí recorto (les recomiendo escuchar el tema completo!).

Cuántas veces habré sido testigo de hombres y mujeres reconociendo, tristemente, que ya no había nada de lo que los había unido a su pareja.

Cuántas veces habré escuchado “voy a ir, voy a decirle que esta vez se terminó”… Cuántas veces habrán desentrañado, no sin profundo dolor, que ni siquiera en el recuerdo podían rescatarse cualidades positivas del otro (el desgaste, a veces el resentimiento, o las deudas no saldadas se lo habían llevado todo…)

Duele…

Claro que duele ver qué el otro se va quedando atrás. Duele ver que lo que fuimos se fue perdiendo a lo lejos, en aquellos días en que sentíamos que “siempre íbamos a estar juntos”. Pero la verdad más triste, si es verdad, siempre es más saludable que la “mentira más piadosa”…

Y sucede que NO SIEMPRE, ni TODA PAREJA, puede resurgir de las cenizas del desgaste del vínculo, o de la infidelidad que se produjo, o de la pérdida de lo que sea que se atravesó. No toda pareja, más allá de acudir a terapia, puede llegar a “buen puerto”. O más aún, a veces puede que justamente ese  final que se buscar evitar, sea justamente la mejor de las opciones posibles (puede que sí sea un “buen puerto”, aunque implique una separación. Y también puede ser que se lo vea “bueno” recién cuando el duelo ya se atravesó).

Así, más de uno podrá preguntarse ¿entonces vale el intento?… La respuesta deberá encontrarse dentro de cada uno. No toda pareja tiene los mismos recursos ni las mismas potencialidades, ni llega en la misma situación a pensar un espacio de terapia.

Sí creo que vale el esfuerzo en la medida en que ambos compartan la sensación de que algo queda por salvar, en la medida en que aún se sienta que hay energía que se puede poner sobre la mesa, que hay esfuerzo que se está dispuesto a hacer por trabajar ese vínculo que atraviesa la tormenta…

¿Y los resultados?

Como todo en la vida, siempre tiene sus riesgos. A veces se puede (y el deseo acompaña) seguir, a veces no. Hay parejas que pueden reconstruirse, que las he visto reparar heridas, aprender nuevos modos de comunicarse, nuevas formas de pedir lo que realmente deseaba uno del otro, así como nuevas formas de lidiar con las frustraciones de que el otro sea como sea, justamente NUNCA “a la medida de mis expectativas”.

Y hay parejas que no. Hay parejas muy dañadas, personas muy heridas. Parejas cuyos miembros incluso ya han puesto su energía en otros vínculos en paralelo, que imposibilitan obviamente un encuentro real, un esfuerzo concreto, un poner más fuego a los leños que tal vez estaban resultando ya escasos.

Y a veces sienten así, que lo mejor es “irse donde no estés”..

Sin embargo, una de las situaciones más dolorosas que se ven, es cuando se sostiene la decisión de seguir “juntos” (encomillado, sí…porque es finalmente una mascarada), aunque estén emocionalmente muy distantes, desconectados, o atrapados en un vínculo de maltrato cotidiano -y naturalizado-. A veces ese “no me atrevo a cortar” se come el tiempo, atraviesa calendarios, y se vuelve la costumbre de mentir al otro y mentirse a uno mismo un amor inexistente.

A veces...los finales no son felices ni de cuento, a veces son parecidos a esta canción.

Pese a ello, vale tener algo muy presente: lo que hoy no me atreví a hacer, no quiere decir que mañana no lo haga. Lo que hoy no me animé a decir, puede que mañana, o pasado, o dentro de unos años, finalmente salga de mi boca.

Importante es recordar que no hay miedo que se resista, cuando es enfrentado con la acción. Y NO HACER, también acarrea consecuencias…

Les deseo una buena vida!

Daniela