Como tantas madrugadas encerrados en un coche,
en una calle sin luz, una calle sin nombre,
los dos frente a frente se miran despacio,
tras dedicarse al amor y su trabajo (…)
Él piensa "ya nada es lo de antes,
la vida debe estar en otra parte" (…)
en una calle sin luz, una calle sin nombre,
los dos frente a frente se miran despacio,
tras dedicarse al amor y su trabajo (…)
Él piensa "ya nada es lo de antes,
la vida debe estar en otra parte" (…)
“…Él le regala unas manos llenas de mentiras,
ya no le parece tan bello el cuerpo que acaricia.
Ayer eclipse de sol eran sus pupilas,
hoy son lagunas negras donde el mal se hacina (…)
Ella ya no ama sus vicios, le busca en los ojos,
pasa un ángel volando y se encuentra con otro.
Ayer sus dos brazos eran fuertes ramas
donde guarecerse, hoy son cuerdas que atan (…)
Él decide por fin vomitar las ideas,
ella lo sabe y tranquilamente lo espera.
Sin calma planea su fuga este preso,
ella no lo mira, no aguanta su aliento.
Ya llegó el final, y van a encontrar
en su corazón arena de desierto.
Perdida la calma, se pone muy serio,
cunde el pánico y le invade un horrible miedo.
Su boca cobarde pronuncia: "Te quiero.
No te vayas nunca, no te vayas lejos".
Y ella echa a temblar, ella echa a temblar,
ella echa a temblar: "Yo también te quiero".
ya no le parece tan bello el cuerpo que acaricia.
Ayer eclipse de sol eran sus pupilas,
hoy son lagunas negras donde el mal se hacina (…)
Ella ya no ama sus vicios, le busca en los ojos,
pasa un ángel volando y se encuentra con otro.
Ayer sus dos brazos eran fuertes ramas
donde guarecerse, hoy son cuerdas que atan (…)
Él decide por fin vomitar las ideas,
ella lo sabe y tranquilamente lo espera.
Sin calma planea su fuga este preso,
ella no lo mira, no aguanta su aliento.
Ya llegó el final, y van a encontrar
en su corazón arena de desierto.
Perdida la calma, se pone muy serio,
cunde el pánico y le invade un horrible miedo.
Su boca cobarde pronuncia: "Te quiero.
No te vayas nunca, no te vayas lejos".
Y ella echa a temblar, ella echa a temblar,
ella echa a temblar: "Yo también te quiero".
Ismael Serrano
Desde el
día que escuché por primera vez esta canción, quedé maravillada con la precisión de
esas palabras, con el contenido de cada una de sus estrofas que aquí recorto
(les recomiendo escuchar el tema completo!).
Cuántas
veces habré sido testigo de hombres y mujeres reconociendo, tristemente, que ya
no había nada de lo que los había unido a su pareja.
Cuántas veces
habré escuchado “voy a ir, voy a decirle que esta vez se terminó”… Cuántas
veces habrán desentrañado, no sin profundo dolor, que ni siquiera en el
recuerdo podían rescatarse cualidades positivas del otro (el desgaste, a veces
el resentimiento, o las deudas no saldadas se lo habían llevado todo…)
Duele…
Claro que
duele ver qué el otro se va quedando atrás. Duele ver que lo que fuimos se fue
perdiendo a lo lejos, en aquellos días en que sentíamos que “siempre íbamos a
estar juntos”. Pero la verdad más triste, si es verdad, siempre es más
saludable que la “mentira más piadosa”…
Y sucede
que NO SIEMPRE, ni TODA PAREJA, puede resurgir de las cenizas del desgaste del
vínculo, o de la infidelidad que se produjo, o de la pérdida de lo que sea que
se atravesó. No toda pareja, más allá de acudir a terapia, puede llegar a “buen
puerto”. O más aún, a veces puede que justamente ese final que se buscar evitar, sea justamente la
mejor de las opciones posibles (puede que sí sea un “buen puerto”, aunque
implique una separación. Y también puede ser que se lo vea “bueno” recién
cuando el duelo ya se atravesó).
Así, más
de uno podrá preguntarse ¿entonces vale el intento?… La respuesta deberá
encontrarse dentro de cada uno. No toda pareja tiene los mismos recursos ni las
mismas potencialidades, ni llega en la misma situación a pensar un espacio de
terapia.
Sí creo que vale el esfuerzo en la medida en que ambos compartan la sensación de que algo queda por salvar, en la medida en que aún se sienta que hay energía que se puede poner sobre la mesa, que hay esfuerzo que se está dispuesto a hacer por trabajar ese vínculo que atraviesa la tormenta…
¿Y los
resultados?
Como todo
en la vida, siempre tiene sus riesgos. A veces se puede (y el deseo acompaña)
seguir, a veces no. Hay parejas que pueden reconstruirse, que las he visto
reparar heridas, aprender nuevos modos de comunicarse, nuevas formas de pedir
lo que realmente deseaba uno del otro, así como nuevas formas de lidiar con las
frustraciones de que el otro sea como sea, justamente NUNCA “a la medida de mis
expectativas”.
Y hay
parejas que no. Hay parejas muy dañadas, personas muy heridas. Parejas cuyos
miembros incluso ya han puesto su energía en otros vínculos en paralelo, que
imposibilitan obviamente un encuentro real, un esfuerzo concreto, un poner más
fuego a los leños que tal vez estaban resultando ya escasos.
Y a veces
sienten así, que lo mejor es “irse donde no estés”..
Sin
embargo, una de las situaciones más dolorosas que se ven, es cuando se sostiene
la decisión de seguir “juntos” (encomillado, sí…porque es finalmente una
mascarada), aunque estén emocionalmente muy distantes, desconectados, o
atrapados en un vínculo de maltrato cotidiano -y naturalizado-. A veces ese
“no me atrevo a cortar” se come el tiempo, atraviesa calendarios, y se vuelve
la costumbre de mentir al otro y mentirse a uno mismo un amor inexistente.
A
veces...los finales no son felices ni de cuento, a veces son parecidos a esta
canción.
Pese a
ello, vale tener algo muy presente: lo que hoy no me atreví a hacer, no quiere
decir que mañana no lo haga. Lo que hoy no me animé a decir, puede que mañana,
o pasado, o dentro de unos años, finalmente salga de mi boca.
Importante
es recordar que no hay miedo que se resista, cuando es enfrentado con la
acción. Y NO HACER, también acarrea consecuencias…
Les deseo
una buena vida!
Daniela
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