Ese cruel espejo en que me miro (o, la tiranía de nuestras propias “leyes”)
Publicado por Daniela en 14.5.16
“No puedo, ¿y si no soy lo
suficientemente hábil para…?”... “nunca lo intenté, pero tengo miedo que no me
salga, ¿y si no me sale y piensan que soy un inútil?”… “¿y si me deja…si se
da cuenta que no soy “suficiente” y me abandona?”...
Son cuestionamientos que esconden creencias del tipo “no soy lo suficientemente bueno para ser querido”, “mi trabajo no vale tanto”, “no soy tan linda como para que alguien me mire”. Y si vamos más lejos, podemos ver otras, como: “para ser querido tengo que ser de tal manera”, “para ser feliz, me tienen que querer”, “para sentirme bien, tengo que ser aprobado por mis padres/mis superiores/mis amigos/mi pareja", etc., etc., etc.
Tal vez por eso la salud mental siempre se relacione más con la flexibilidad que con la rigidez, con la aceptación de las diferencias más que con la pretensión de que todo sea estandarizado.
Así, lo importante es aceptarme y aceptar a los demás, lo que demás creen y ven, sabiendo que no siempre coincidirá con lo que creo y veo de ELLOS o de MI MISMO, o aún más: lo que CREO QUE LOS DEMÁS VEN de mí. Y en ese interjuego, interpelante, nos movemos: porque existir es movimiento, acierto y error, APRENDIZAJE.
Estas preguntas suelen sobrevolar
algunos discursos de estos días. Y aquí lo planteo como preguntas, pero en
realidad suelen ser afirmaciones. Iría aún más lejos “auto afirmaciones” o “condicionamientos” que marcan brújula,
indican camino, aunque no seamos del todo conscientes de ello.
Son cuestionamientos que esconden creencias del tipo “no soy lo suficientemente bueno para ser querido”, “mi trabajo no vale tanto”, “no soy tan linda como para que alguien me mire”. Y si vamos más lejos, podemos ver otras, como: “para ser querido tengo que ser de tal manera”, “para ser feliz, me tienen que querer”, “para sentirme bien, tengo que ser aprobado por mis padres/mis superiores/mis amigos/mi pareja", etc., etc., etc.
Los terapeutas cognitivos
trabajamos mucho con las creencias. Las creencias son como semillas que dan
frutos y esos frutos son nuestros sentimientos y conductas.
Si yo creo que no soy lo suficientemente bueno para, probablemente me exigiré tanto, tanto, tanto…que aun así tampoco, agotado y confuso llegue al estándar que me he puesto. También puede que, sintiéndome frustrado o decepcionado de mí mismo de ante mano, ni siquiera intente hacer lo que me gustaría.
Si la única manera de ser feliz es siendo amado, entonces probablemente mis conductas tenderán a querer captar la atención de los demás, buscar su continuo reconocimiento, en una suerte de “sed” de aprobación y mirada de contento hacia nosotros.
Ahora bien, ¿Esto es realmente así?
¿SIEMPRE me tienen que valorar?, o ¿TODOS deben saber lo que valgo?, o ¿LA
VALORACIÓN de los demás supone mi felicidad?... Si yo creo que no soy lo suficientemente bueno para, probablemente me exigiré tanto, tanto, tanto…que aun así tampoco, agotado y confuso llegue al estándar que me he puesto. También puede que, sintiéndome frustrado o decepcionado de mí mismo de ante mano, ni siquiera intente hacer lo que me gustaría.
Si la única manera de ser feliz es siendo amado, entonces probablemente mis conductas tenderán a querer captar la atención de los demás, buscar su continuo reconocimiento, en una suerte de “sed” de aprobación y mirada de contento hacia nosotros.
NO
No todos DEBERÍAN saber lo que
valgo, no tienen por qué, no hay una ley que así lo EXIJA. La realidad, a la
que apelamos siempre para experimentar y contrastar lo que pensamos, nos
muestra que no siempre obtenemos valoración del resto. Es más, muchísimas veces
lo que obtenemos como reconocimiento del medio es mucho menos de lo que
esperamos o creeríamos merecer.
Lo mismo sucede en otro tipo de
situaciones, donde podemos encontrarnos con que nos aman y no somos felices, o
que podemos ser felices sin ser amados por alguien en particular.
Entonces cuidado con esas
creencias, semillas, que nos condenan a ir cual conejitos, atrás de una
zanahoria imposible de alcanzar.
Cuidado también con creer que el
valor que nos ponemos a nosotros mismos, es el valor que debemos tener para los
demás, o peor aún, que ese valor que los otros me ponen (o que CREO que me
ponen) es el que TENGO.
Cuidado con “leer” el valor, con
los anteojos de una terrible y tirana exigencia de perfección, creyendo que
porque nos equivocamos, entonces no sabemos…o porque no somos tal como
querríamos, no somos bellos o buenos, o inteligentes, o…, o…
Cuidado con ese espejo en el que
nos miramos, porque esas creencias nos conducirán justamente al lugar donde no
queremos estar y donde sufrimos.
En la vida siempre hay grises, y
rara vez blancos y negros…por lo tanto, no podemos hablar de valores absolutos
ni de reglas fijas.Tal vez por eso la salud mental siempre se relacione más con la flexibilidad que con la rigidez, con la aceptación de las diferencias más que con la pretensión de que todo sea estandarizado.
Así, lo importante es aceptarme y aceptar a los demás, lo que demás creen y ven, sabiendo que no siempre coincidirá con lo que creo y veo de ELLOS o de MI MISMO, o aún más: lo que CREO QUE LOS DEMÁS VEN de mí. Y en ese interjuego, interpelante, nos movemos: porque existir es movimiento, acierto y error, APRENDIZAJE.
Ser feliz no supone
NECESARIAMENTE nada, ni ser bueno, ni ser amado, ni ser reconocido… (y esto va
unido a la pregunta de “qué es ser feliz” para cada uno). De hecho cada persona
construye a su modo, su forma de estar bien momento a momento.
Por eso te invito a festejar más
los errores y desterrar absolutos. A ser menos tirano y más amigo de vos mismo!
A disfrutar todo lo que supone tu única y maravillosa existencia!...
Que tengas un gran día!
Daniela Torres Ortiz
0 opiniones:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)