Frente a tantas contradicciones
que podés llegar a sentir con esto, es importante que consideres algo
fundamental: el niño merece alguna explicación.
Cuando fallece un familiar, sea
por la causa que sea (es cierto que no es lo mismo en una familia procesar un
suicidio que una muerte por enfermedad, por ejemplo), el niño -que es parte de
ese sistema familiar-, también requerirá un acompañamiento. Y lo que surge
primero es la dificultad para muchos papás, de decidir qué hacer con ese tema.
Siempre dependerá de qué
signifique la muerte para esos adultos, y en particular ESA muerte. No es lo mismo que muera una
mascota, que NUESTRA mascota…o que muera nuestro abuelo, a que sea el vecino de
enfrente.
Como primer punto, es importante
tratar de aceptar que no será fácil. Pero que no por ello, hay que evitarlo.
Por el contrario, por lo general al hablar de lo que sucede se obtiene un gran
alivio, contar cómo se siente esa persona frente a ello, y también introducir una mirada positiva hacia el futuro:
en algún momento ese dolor pasará.
¿Cuánto tiempo llevará? Depende
de cada persona…
Como segunda cuestión importante,
quiero contarles que los niños muy pequeños, sobre todo en edad preescolar, no
tienen un pensamiento capaz de comprender metáforas. ¿Esto qué quiere decir?...
que debemos cuidarnos de brindar explicaciones donde esté implícito un
simbolismo, como por ejemplo “se fue al cielo”…o “se durmió”…
Puede que ese niño, mire al cielo
por ejemplo y crea que esa persona realmente, y fácticamente está ahí. Que crea
que está entre los aviones por ejemplo, y desarrollar fantasías de cualquier
tipo, que generen complicaciones.
Entonces, el lenguaje siempre
debe ser adecuado a la edad del niño.
En los más peques, la información debe ser muy precisa, concreta,
incluso vinculado a lo que ellos conocen como lo que es “vivir”.
Por ejemplo: “fulanito murió… ¿sabes
lo que es eso?... (darles siempre la oportunidad de que nos hablen, nos cuenten
qué idea tienen de esto) Quiere decir que ya no va a venir a casa a comer, porque
fulanito ya no come más, que no se mueve, que no respira…” etc. Es llevarlo a
contrastar con las funciones vitales que el niño puede observar en sí mismo (él,
que está vivo), y que le servirá para empezar a pensar la muerte como algo
donde eso que a él sí le sucede, en ese otro que falleció, ya no se produce…
Es doloroso. Para todos lo es,
pero creeme que finalmente alivia. Y es mucho mejor para tu hijo/a que te
acerques, lo abraces, le pongas palabras a lo que sucedió y te permitas incluso
mostrar tu tristeza… que hacer como que no pasó nada. Es fundamental contarle
que es NORMAL sentirse así cuando uno ya no va a estar más con alguien a quien
quería mucho.
A los niños, sobre todo los menores de 6 o 7
años, les cuesta mucho construir una idea de finitud. Que algo NUNCA MÁS va a
suceder… (pueden aparecer fantasías de que algún día va a volver a su casa, por
ejemplo).
Es importante que valides sus
emociones… permitile que hable de lo que le pasa, explicale que puede contar
con vos, para hablar o llorar con vos, siempre que lo necesite. Que si tiene
dudas, estás ahí para escucharlas y buscar alguna respuesta (no siempre sabemos
todo lo que ellos pueden preguntar).
La muerte es un misterio. Y es
cierto que no se vive de igual forma en todas las familias ni culturas.
Pero lo que quiero que sepas es
que los niños, como cualquier persona, cuando vivencia una pérdida de alguien
querido, abre un proceso de duelo. Y ahí es fundamental estar presentes, desde
la vida, desde el afecto, desde el ayudarle a encontrar la forma de seguir
adelante incluso por el amor que se sintió y se va a sentir siempre por aquel
que hoy no está con nosotros.
Un abrazo enorme!
Daniela